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Libertad Espiritual
La libertad espiritual es la libertad interior, libertad de la mente y del corazón. Las personas que están espiritualmente libres saben quiénes son-con todos sus dones y limitaciones-y se sienten cómodos con lo que son.
[Sin embargo], tenemos numerosas preocupaciones que se interponen en el camino de nuestra escucha y respuesta a la llamada de Dios: los miedos, los prejuicios, la codicia, la necesidad de controlar, el perfeccionismo, celos, resentimientos, y el exceso de dudas sobre sí mismo. Estas tendencias nos atan y nos impiden volver a amar a Dios, a nosotros mismos, y a otros como deberíamos. Ellas crean el caos en nuestras almas y nos llevan a tomar malas decisiones.
Sin libertad espiritual, nos volvemos excesivamente unidos y apegados a personas, lugares, posesiones materiales, títulos, ocupaciones, honores y el aplauso de los demás. Estas cosas son buenas en sí mismas cuando es ordenado y dirigido por el amor de Dios. Se convierten en afecciones desordenadas cuando empujan a Dios fuera del centro de nuestras vidas y afectan nuestra identidad.
La libertad espiritual es la libertad interior, libertad de la mente y del corazón. Las personas que están espiritualmente libres saben quiénes son-con todos sus dones y limitaciones-y se sienten cómodos con lo que son.
[Sin embargo], tenemos numerosas preocupaciones que se interponen en el camino de nuestra escucha y respuesta a la llamada de Dios: los miedos, los prejuicios, la codicia, la necesidad de controlar, el perfeccionismo, celos, resentimientos, y el exceso de dudas sobre sí mismo. Estas tendencias nos atan y nos impiden volver a amar a Dios, a nosotros mismos, y a otros como deberíamos. Ellas crean el caos en nuestras almas y nos llevan a tomar malas decisiones.
Sin libertad espiritual, nos volvemos excesivamente unidos y apegados a personas, lugares, posesiones materiales, títulos, ocupaciones, honores y el aplauso de los demás. Estas cosas son buenas en sí mismas cuando es ordenado y dirigido por el amor de Dios. Se convierten en afecciones desordenadas cuando empujan a Dios fuera del centro de nuestras vidas y afectan nuestra identidad.
Oh Espíritu de Dios, te pedimos que nos ayudes a orientar
todas nuestras acciones con tus inspiraciones,
que las guíes con tu ayuda bondadosa,
que cada oración y trabajo nuestro
siempre lo podamos empezar en tí
y a través de ti felizmente terminarlos.
Amén
(Esta oración es frecuentemente utilizada por los jesuitas a comenzar las clases y reuniones).
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