Nuestra forma de alimentarnos
Historias reales de gente real
Noemí y Jorge
(Gran Canaria) son vegetarianos y prácticamente todo lo que consumen es
de producción ecológica. Ella no come carne desde los 24 años; él,
desde que la conoció. «Lo que hizo que tomara la opción de dejar de
comer carne definitivamente –comenta Noemí– fue la de que si los
terrenos que se dedican a cultivar proteína para dar de comer a los
animales alimentaran directamente a los humanos, habría comida para
todos». La ética con los animales, la propia salud, las razones
ecológicas y económicas (apoyo a mercados locales, ecológicos,
conscientes…) también tienen mucho peso en su opción vegetariana. Los
dos gozan de buena salud y hace ya mucho tiempo que no saben lo que es
una mala digestión. Además, globalmente, su forma de dieta es más barata
que si incluyeran carne. No siempre les resulta fácil salir a comer
fuera o ser invitados. «Cuando, por ejemplo, nos invitan a una boda y
sugerimos que preparen algunos canapés vegetarianos, normalmente los
hacen sin problema. ¡Y suele ocurrir que están tan ricos que son los
primeros que se acaban!».
La
Permacultura –”cultura de lo permanente”– es el diseño de hábitats
humanos sostenibles y sistemas agriculturales, que imita las relaciones
encontradas en los patrones de la naturaleza. Javier y Merche
han iniciado un centro de permacultura en Llanos de Penagos
(Cantabria), donde, además de vivir de manera armónica con la
Naturaleza, ofrecen cursos de bioconstrucción, campamentos, actividades
de granja-escuela y talleres de relaciones interpersonales. Están
asociados con una cooperativa de consumo en Santander, de modo que los
productos que cultivan se envían semanalmente a la capital, donde son
distribuidos entre los socios consumidores. Esta alianza campo-ciudad
resulta clave y beneficiosa para ambas partes.
Otra
fórmula que está arraigando en nuestro suelo –valga la expresión– son
las Comunidades que Sostienen su Agricultura (CSA), un modelo que en
otros países lleva décadas funcionando con éxito. Cerca de El Escorial
(Madrid), uno de los proyectos emblemáticos del movimiento “Zarzalejo en
Transición” es un huerto CSA. Veintitrés familias de los pueblos de la
zona han arrendado un terreno agrícola en el que todos colaboran,
repartiéndose la producción entre los miembros de la comunidad. La labor
profesional está a cargo de Henar,
quien reconoce el privilegio que tiene por poner dedicarse a un trabajo
así: «El primer año hemos pagado muchas novatadas; hemos ido
aprendiendo sobre la marcha. ¡Y es tanto lo que estamos aprendiendo!»
Todos coinciden, además, en lo importante de las relaciones humanas que
se han creado.
No lejos de Zarzalejo viven Joselu y Eva,
afincados desde hace ocho años en El Berrueco (Madrid): «Nos fuimos de
la ciudad a lo rural sin saber apenas nada de lo que esto suponía.
Teníamos claro que otra forma de estar en el mundo era posible y con el
tiempo nos hemos convencido de que vivir con menos nos hace más libres.»
Junto con otros “neorrurales” han creado un colectivo que cultiva un
par de parcelas arrendadas y otras tierras que algunos vecinos del
pueblo les han cedido. «Nos gusta VIVIR en el campo, a golpe de
estación, de frío, calor y lluvia. Las labores son nuestros quehaceres
cotidianos; por eso, para nosotros cultivar significa hacer las cosas
que hay que hacer, no jornadas laborales que cumplir. Creemos en unas
relaciones de intercambio basadas en la confianza, el respeto y el
reconocimiento del otro; por eso comercializamos en circuitos cortos y
sin intermediarios. No tenemos certificación ecológica, ni la queremos;
preferimos la certificación social que nace de la cercanía. El
reconocimiento colectivo es para nosotros el mejor sello de calidad.»
Gracias, Señor, por las personas que van abriendo caminos
hacia formas de vida más saludables y solidarias.
Gracias porque su testimonio nos estimula y alienta.
Ayúdanos a ir dando pasos hacia hábitos de comportamiento más conscientes y responsables.
http://www.40ultimos.org/descargas/4_Espanya.pdf
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