31 Días con San Ignacio
Bienvenido a 31 Días con San Ignacio, una celebración de un mes de duración de Espiritualidad Ignaciana. En honor de la fiesta de San Ignacio de Loyola el 31 de Julio, ofreceremos una selección de artículos, Blogs y videos para ayudarte a explorar las riquezas de la Espiritualidad Ignaciana.Según San Ignacio De Loyola
El Itinerario Del Discernimiento Personal
Entre
los numerosos autores espirituales que han tratado del discernimiento, san
Ignacio de Loyola ocupa un puesto relevante debido a la experiencia espiritual
que tuvo de la alternancia de diversas mociones espirituales a partir de su
conversión, experiencia que describió en sus Ejercicios espirituales, los
cuales están guiados enteramente por el discernimiento espiritual con vistas a
una elección de vida que ha de hacerse para la mayor gloria de Dios (nn.
169-189). Veamos los elementos más destacados de este itinerario:
a)
Conquistar la libertad interior, don del Espíritu Santo.
Toda predeterminación o
prejuicio bloquea el proceso de conocimiento y de búsqueda de la voluntad de
Dios. Por eso hay que "vencerse a uno mismo y ordenar la vida sin dejarse
determinar por ningún afecto desordenado" (n. 21; 1). No hay que ocultar
la dificultad que existe para llegar a una mirada de fe y a un impulso de amor
tan purificados. Es preciso estar animado por el deseo del "magis"
(n. 23) para emprender este itinerario "con gran ánimo y liberalidad con
su Creador
y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su Divina Majestad,
así de su persona como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su santísima
voluntad" (n. 5). Toda la persona debe dedicarse a discernir
entre la diversidad de las mociones espirituales, sobre todo su afectividad
profunda para "sentir y gustar de las cosas interiormente" (n. 2).
b)
Escucha de la palabra y compromiso dinámicos.
Dios se comunica
mediante la palabra que libera; el hombre debe colaborar con su adhesión
personal. Por eso san Ignacio dice: "demandar la gracia que quiero"
(n. 91). Por una parte, es preciso pedir, sabiendo que no puede uno dar por sí
mismo lo que se busca en el plano de la salvación y de la perfección cristiana;
por otra, hay que desear lo que se pide, con una participación comprometida de
toda la persona en la acción de Dios.
c)
Prontitud para el cambio.
El discernimiento supone la prontitud para
cuestionarse frente a la interpelación de la palabra de Dios y estar dispuesto
a cambiar lo que sea en la vida personal, social o comunitaria. Sólo Dios es lo
absoluto y lo inmutable; todo el resto ("las cosas creadas", n. 23)
es relativo, y frente a ello "es menester hacernos indiferentes" (n.
23). La indiferencia es la actitud positiva consistente en optar
fundamentalmente por Dios y por su plan sobre nosotros, por lo que todo el
resto se vuelve innecesario y sólo se acoge en la medida en que sea
manifestación de la voluntad divina. Esto implica saber poner en discusión toda
opción, preferencia o seguridad que no encuentre confirmación en Dios. Hay que
dejarse llevar por el Espíritu, que es fuente de perenne novedad y creatividad.
Renunciar al cambio es cerrarse a la novedad del Espíritu, que puede abrir un
camino nuevo que nos lleve más cerca de Dios y de los hermanos. Esta prontitud
para el cambio, en los Ejercicios, es tratada en el "preámbulo para
hacer elección" en dos actitudes, una positiva al cambio y la otra
negativa. La primera es la del que se coloca frente al problema de una elección
con "ojo simple", solamente "mirando para lo que soy creado, es,
a saber, para alabanza de Dios nuestro Señor y salvación de mi alma" (n.
169). La segunda es la del que invierte el orden de las cosas: primero escoge
el medio y luego intenta atraer a Dios a lo que ha elegido (n. 169).
d)
La experiencia de consolaciones y de desolaciones.
San Ignacio
describe la resonancia interior que la palabra de Dios y sus mociones suscitan
en nosotros, con alternancia de euforia y de depresión, mediante los términos
de consolación y de desolación espiritual.
¿Qué es la consolación espiritual?
"Llamo consolación espiritual cuando en el alma se causa alguna moción interior,
con la cual viene el alma a inflamarse en amor de su Creador y Señor y, por
consiguiente, cuando ninguna cosa criada sobre la faz de la tierra puede amar
en sí, sino en el Creador de todas ellas... Finalmente, llamo consolación a
todo aumento de esperanza, fe y caridad y a toda alegría interna que llama y
atrae a las cosas celestiales y a la propia salud de su alma, tranquilizándola
y pacificándola en su Creador y Señor" (n. 316).
Se trata, pues, de una
experiencia de los "frutos" del Espíritu, de un
incremento de las actitudes fundamentales de la existencia cristiana, a saber:
de la fe, de la esperanza y de la caridad.
La
desolación, en cambio, es lo contrario de la consolación: "Así como
oscuridad del alma, turbación en ella, moción hacia las cosas bajas y terrenas,
inquietud de varias agitaciones y tentaciones que mueven a desconfianza, sin
esperanza, sin amor, hallándose del todo perezosa, tibia, triste y como
separada de su Creador y Señor" (n. 317). Por consiguiente, la consolación
es energía del Espíritu Santo para emprender o confirmarse en una elección
dada; la desolación lleva lejos del Señor y es signo de la acción en nosotros
del espíritu malo, "con cuyos consejos no podemos tomar el camino para
acertar" (n. 318).
e)
La dinámica de una elección.
A través de la experiencia del discernimiento de las
mociones interiores se puede llegar a una elección según Dios. Pero ante todo
es necesario que el objeto de la elección sea bueno o indiferente (n. 170).
Fuera del caso de una intervención extraordinaria de Dios, que nos manifestaría
así su voluntad, una elección ha de realizarse a través de una "suficiente
claridad y conocimiento por experiencia de consolaciones y desolaciones y por
experiencia de discernimiento de varios espíritus" (n. 176).
Cuanto más
profunda es esta experiencia espiritual, tanto más es posible desenmascarar
también las "sutilezas" de la acción del enemigo, el cual "se
transforma en ángel de luz", insinúa pensamientos aparentemente buenos,
pero que luego resultan ser espiritualmente nocivos (n. 332), por lo cual es
preciso examinar "el discurso de los pensamientos" para
ver si terminan "en alguna cosa mala o distractiva o menos buena" (n.
353). Este proceso, sin embargo, no exime de emplear las energías humanas, a
saber: de examinar serenamente los motivos en pro y en contra de una
determinada elección, que ha de hacerse en el "tiempo tranquilo",
"cuando el alma no está agitada por varios espíritus y usa sus potencias
naturales libre y tranquilamente" (n. 177).
De la elección que ha de
hacerse en este tiempo tranquilo, san Ignacio describe un itinerario concreto:
1) precisar el objeto de la elección; 2) fijar el fin, a saber: Dios y su alabanza, y encontrarse en la indiferencia, pronto a "seguir lo que sintiere ser más en gloria y alabanza de Dios nuestro Señor y salvación de mi alma" (n. 179); 3) pedir al Señor que oriente las mociones interiores hacia su voluntad; 4) considerar las ventajas y las desventajas del objeto de la elección sólo con vistas al fin; 5) deliberar según motivos razonables; 6) presentar en la oración la elección hecha a Dios para que la confirme (nn. 179-183).
Fuentes:
- http://www.mercaba.org/DicES/D/discernimiento.htm
- Penning de Vries, P, Discernimiento. Dinámica existencial de la doctrina y del espíritu de san Ignacio de Loyola, Mensajero, Bilbao 1967
1 comentarios:
Excelente idea...
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