Sábado 16 de marzo
Historias reales de gente real
Semana 4ª: Nuestra forma de organizarnos y de ser gobernadosfuente: www.40ultimos.org
ESPAÑA
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IDH: 0,858
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Jorge tiene 54 años y vive en un pueblo de Cantabria. Perito agrícola, carpintero, y consultor de desarrollo rural especializado en nuevas tecnologías, es además un ciudadano comprometido con los nuevos modelos sociales, la democracia participativa, la economía social y la sostenibilidad ambiental. Y militante socialista. Y cristiano. O por ser cristiano, pues no concibe su vida sin las raíces del evangelio y la oración. «Fue con los marianistas con quien di mis primeros pasos. Vivimos varios años en comunidad de vida sencilla y contemplativa en el barrio de Tetuán de Madrid. Pasamos por Taizé y acabamos aquí. El trabajo en la Iglesia diocesana fue hasta hace unos pocos años nuestra manera de comprometernos, especialmente con los más necesitados. Hasta que un día comprendí que había que mancharse en la acción política por el bien común, por la justicia, la paz y la igualdad; que el Reino que ya vive entre nosotros hay que traducirlo en estructuras sociales y políticas.» Así es como dió el paso de integrarse en el PSOE, «un partido en el que he descubierto muchos hombres y mujeres que quieren un mundo mejor para todos. Me enorgullezco viendo militantes ateos trabajando con ahínco en barrios y pueblos por conseguir avanzar en el camino de la justicia. Y me lleno de rabia viendo algunos otros a los que el poder y el dinero les ha arrastrado a traicionar sus ideales primeros. Hombres de hoy unos y otros. Acicates para seguir luchando, pues no en vano creo que el socialismo es la utopía laica más cercana al evangelio.»

Tomás tiene 38 años y es afiliado del Partido Popular del País Vasco. Reconoce una vocación política temprana, motivada por la situación de falta de libertad vivida en el País Vasco durante tantos años. «Con apenas 16 años decidí dar un paso al frente y contribuir de alguna manera, humilde pero con firmes convicciones, a mejorar la sociedad en la que me había tocado desarrollarme como persona», nos cuenta este vitoriano, al tiempo que admite que durante el largo camino recorrido hasta la fecha, ha ido serenando sus iniciales ímpetus adolescentes, manteniendo siempre el objetivo de cambiar el mundo mediante el compromiso personal directo. «Casi tanto tiempo como en política, llevo siendo miembro de las Comunidades Laicas Marianistas. Precisamente mi dimensión de creyente ha sido fundamental para abrirme al reconocimiento del otro, como ser con los mismos derechos y anhelos que yo. Creo, sinceramente, que la labor de organizar y desarrollar esta sociedad es obligación de todos, cada uno en el grado de implicación que decida, especialmente los cristianos llamados a hacer presentes en la Tierra el Reino de Dios. Y cada uno desde las opciones y las formas de participación legítimas que más encajen con sus convicciones, siempre desde el respeto al otro». Y concluye: «Es preciso alcanzar nuevos niveles de exigencia política, que reclamen limpieza, transparencia, valentía y responsabilidad histórica a nuestros dirigentes para avanzar con pasos firmes hacia la consecución de un mañana más humano, consecuentemente más cristiano.»



Marisa, una de las integrantes en el proyecto, nos escribe que «desde sus orígenes se pretendía que el espacio fomentase la convivencia, la conciencia de barrio y la participación ciudadana. Por eso desde el arranque se contempló como un espacio asambleario, en donde la toma de decisiones dependiera por igual de todos los que quisieran sumarse.» De esa misma manera orgánica fue creciendo el espacio, con la aportación de la sensibilidad y posibilidades de todos los implicados en el proyecto. «Estoy convencida –continúa Marisa– de que la creatividad puesta en común es lo que más está aportando al espacio. En los pocos meses que llevamos de trayectoria se han sucedido talleres, primero de acondicionamiento del solar (muralismo, cerramiento, mobiliario con materiales de reciclaje, realización de bancales, composteras y zonas de recreo…) y otros de tipo educativo, en los que han participado alumnos de colegios de la zona».


Para quienes piensan que a sus años ya no pueden participar en la sociedad, el ejemplo de Carmentxo es estimulante: «Con 80 años hay cantidad de cosas que ya no puedes ni debes hacer. ¡Cuántas limitaciones! Mi deseo es seguir ‘ejerciendo’ de persona humana y cristiana. Quiero ser feliz y hacer felices a los demás ¿cómo?» Carmentxo ha tenido la suerte de, por diversas circunstancias, hacerse usuaria de Internet. «Una de las actividades que ejerzo seriamente es la de apoyar las causas que creo que lo necesitan, a través de organizaciones y grupos que actúan con solicitudes, manifiestos y otras acciones a las que no puedo físicamente unirme, pero sí con mi firma desde mi ordenador». Por ejemplo, forma parte del grupo de acciones urgentes de Amnistía Internacional. «No puedo expresar la alegría que se siente cuando la Organización que solicitó la acción comunica que gracias a las cartas de muchas personas se ha conseguido que tal injusticia no tuviera lugar ¡cuando un condenado a muerte no es ejecutado! Y así, día a día, sientes que aunque ‘vieja’ sigues siendo útil.»
¡Gracias,
Señor! Gracias por tantos hermanos nuestros que participan con
verdadera libertad en la vida pública, aunque a veces sufran críticas e
incomprensiones.
Que su ejemplo de fe y compromiso público contribuya al bien común y al desarrollo de un mundo justo y fraterno.
Gracias porque por medio de ellos tu Reino se va haciendo posible y cercano.
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