lunes, 23 de julio de 2012

31 Días con San Ignacio - 22 de Julio - Introducción al Discernimiento de Espíritus


31 Días con San Ignacio

Bienvenido a 31 Días con San Ignacio, una celebración de un mes de duración de Espiritualidad Ignaciana. En honor de la fiesta de San Ignacio de Loyola el 31 de Julio, ofreceremos una selección de artículos, Blogs y videos para ayudarte a explorar las riquezas de la Espiritualidad Ignaciana.  





Introducción al Discernimiento de Espíritus

San Ignacio de Loyola comenzó a aprender sobre el discernimiento de espíritus, mientras convalecía de graves heridas de guerra. Se dio cuenta de diferentes movimientos interiores a medida que imaginaba su futuro. En su autobiografía, escribe Ignacio (en tercera persona):

Él no tuvo en cuenta ni se detiene a examinar esta diferencia hasta que un día sus ojos se abrieron parcialmente y comenzó a preguntarse en esta diferencia y comenzó a reflexionar sobre ella. Por experiencia sabía que algunos pensamientos lo dejaban triste, mientras que otros lo hacían feliz, y poco a poco llegó a percibir los diferentes espíritus que lo estaban moviendo, uno que viene del diablo, y otro que viene de Dios (Autobiografía, n º 8.) .

El Buen y el Mal Espíritu


Ignacio cree que estos movimientos interiores fueron causados ​​por "espíritus buenos y espíritus malos." Queremos seguir la acción de un espíritu bueno y rechazar la acción de un espíritu maligno. El discernimiento de espíritus es una forma de entender la voluntad de Dios o el deseo para nosotros en nuestra vida.

Hablar de los espíritus buenos y malos puede parecer extraño para nosotros. La psicología nos da otros nombres para lo que Ignacio llama espíritus buenos y malos. Sin embargo, el lenguaje de Ignacio es útil, ya que reconoce la realidad del mal. El mal es tanto más grande que nosotros y parte de lo que somos. Nuestros corazones están divididos entre los impulsos buenos y malos. Para llamar a estos "espíritus" se limita a reconocer la dimensión espiritual de esta lucha interna.

Consolación y desolación

Los sentimientos suscitados por espíritus buenos y malos se llaman "consolación" y "desolación" en el lenguaje de la espiritualidad ignaciana.

La Consolación Espiritual es una experiencia de estar tan en el fuego del amor de Dios que nos sentimos impulsados
​​a alabar, amar y servir a Dios y ayudar a los demás lo mejor que podamos. El consuelo espiritual alienta y facilita un profundo sentido de gratitud por la fidelidad de Dios, la misericordia y el compañerismo en nuestra vida. En la consolación, nos sentimos más vivos y conectados con los demás.

La Desolación espiritual, por el contrario, es una experiencia del alma en la oscuridad o en una agitación espiritual. Estamos asaltado por todo tipo de dudas, bombardeado por las tentaciones, y sumidos en la auto-preocupaciones. Estamos excesivamente inquietos y ansiosos y nos sentimos aislados de los demás. Estos sentimientos, en palabras de Ignacio, "se mueven hacia la falta de fe y salir sin esperanza y sin amor."

La pregunta clave en la interpretación de la consolación y desolación es: ¿dónde está el movimiento? De donde viene y a donde me lleva?

Consuelo espiritual no siempre significa la felicidad.
Desolación espiritual no siempre significa tristeza.
A veces una experiencia de tristeza es un momento de conversión e intimidad con Dios. Los tiempos de sufrimiento humano pueden ser momentos de gran gracia. Del mismo modo, la paz o la felicidad puede ser ilusoria si estos sentimientos nos están ayudando a evitar los cambios que necesitamos hacer.

Reglas para el Discernimiento

En los Ejercicios Espirituales, San Ignacio ofrece varias reglas para el discernimiento de los espíritus (Ejercicios Espirituales, 313-336). El funcionamiento del buen y del mal espíritu de acuerdo a la condición espiritual del individuo.

Para las personas que se han cerrado a la gracia de Dios, el buen espíritu perturba y sacude. Despierta sentimientos de remordimiento y el descontento. El propósito es hacer que la persona sea infeliz con una vida pecaminosa. Por otro lado, el espíritu maligno quiere que estas personas continúen en su confusión y en su oscuridad. Así que el espíritu maligno trata de hacer complaciente su presencia y que queden satisfechos con sus distracciones y placeres.

Para las personas que están tratando de vivir una vida agradable a Dios, el buen espíritu se fortalece, alienta, consuela, elimina los obstáculos, y les da paz. El espíritu maligno trata de hacerlas fracasar al revolver la ansiedad, la tristeza falsa, la confusión innecesaria, la frustración, y otros obstáculos.

El discernimiento de los espíritus es una tarea difícil. Se requiere madurez, paz interior, y la capacidad de reflexionar sobre la propia vida interior. El discernimiento requiere práctica. Es algo así como un arte. Ignacio de Loyola da unas reglas para el discernimiento las cuales proporcionan un marco, no un programa. Debemos estar preparados para improvisar y adaptarse, porque Dios trabaja en cada uno de nosotros de manera muy singular. Es por eso que la mayoría de los consejeros recomiendan llevar a cabo el discernimiento de los espíritus con la ayuda de un acompañante espiritual.


0 comentarios: